Microrrelatos


Un agujero en la pared. No hay enduido suficiente para cubrirlo. Es demasiado grande. Guardo el pote, la espátula. Y ahí estás vos, del otro lado del agujero, queriendo que te preste atención. Apoyo el respaldo del sillón contra la pared.

Ahora el agujero no se ve. Tampoco vos.


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Otra vez sueño con esa fiesta. Con ese trencito. La mujer locomotora tiene cabeza de toro. Vos, cabeza de caballo. Hay tres que agitan unas maracas. Y todos,

absolutamente todos, mueven las caderas. Quieren que me sume al tren, insisten.

Yo hago que no los escucho, escondida adentro de mi propia cabeza.


**

Estamos en el sillón. El humo del café sube hasta el techo. Me susurrás algo. “No te

entiendo, hablá más fuerte”. Te me quedás mirando en silencio, con la boca cerrada

y esos ojos de berenjenas. Miro arriba y el humo me grita justo lo que vos no te

animás a decir.


***


Si hoy me convirtiera en un triangulo, definitivamente sería más isósceles que

escaleno. Y ni hablar de equilátero. Sería cualquier cosa, menos equilátero. Si hoy

me convirtiera en un triángulo, me redondearía las puntas, no sea cosa que le

saque un ojo a alguien.


***


Ni me lo digas. Otra vez el gato serpiente se metió adentro de mis sábanas. Ahora

me rodea. Otra vez, las sábanas llenas de pelos y escamas. Otra vez, me lengüetea

con su lengua bífida. Otra vez, el veneno. Adentro y afuera.


**

Nada te viene bien, me dijiste. Y yo, te cuento sobre mi infancia. De chica no me

prestaban suficiente atención. Un padre ausente. Ya es hora de que te saques el tul

y la corona. Podés usar otro color que no sea el rosa. Podés empezar a comer

empanas de carne con aceitunas. Podés madurar un poco.


**


Me da fiaca el cloro. El vestuario. El gorrito. Y que todos me vean la celulitis. La

revisación. Pero si no fuera por eso, estaría nadando estilo mariposa. Volaría en el

agua y me saldrían alas de colores. Pero me da fiaca.

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