¿Por qué no vamos entrando? Ah, ¿ya te
anunciaste? ¿Y por qué no me dijiste? ¿A dónde te anunciaste? ¿En esa
pantallita? Pero si en ningún lado dice… ¿Y vos cómo adivinaste? Esperemos
adentro, entonces. No hay tanta gente. Sos una exagerada. Dale. A ver si todavía
nos llaman y estamos afuera. ¿Te llaman por el apellido? Qué desastre. Mirá. Ni
un asiento hay. Y toda esta gente parada. Gente mayor. No. No quiero esperar
afuera. Ya te dije. Nosotras podemos esperar paradas. Todavía estamos en buenas
condiciones. Hay otra gente que no puede. Como esa señora. Mirala. En cualquier
momento se cae. Nadie es capaz de darle el asiento. Y mirá. En cada escritorio,
una sola silla. Qué desastre. Si hay dos personas que se quieran sentar para
que las atiendan, olvídate. ¿Qué son? Quince escritorios. Pero si en la
pantalla recién llamaron al veinte. ¿Cómo puede ser? Debe ser arriba. Sí. Es
arriba. Hay que subir esas escaleras. Porque no veo que haya ascensor. Y ni un
cartelito que te diga que los escritorios después del quince son arriba. Fijate
esa señora, se nota que baja con dificultad. Pobre mujer. ¡Debería haber un
ascensor! ¿Cómo puede ser no haya un ascensor? O un cartelito, por lo menos.
¿Vos qué pensás? ¿Tengo razón o no tengo razón? ¡Mamma mía! ¿Sabés lo que debe
ser trabajar acá? Un infierno. Mirá esas caras largas. Mamita querida. Te la
regalo. La de allá, la rubia, debe ser terrible. Me la imagino. Para teñirse el
pelo, así. Agarrate. Ojalá no nos atienda esa. Y encima, se hizo la trompa. ¿Te
diste cuenta? Yo enseguida les saco la ficha. Voy caminando por la calle y
digo: esta se hizo la trompa. Esta otra se hizo la trompa. Enseguida te las
saco. Así. Es increíble la cantidad de minas de mi edad que se hacen la trompa.
Yo voy haciendo cuentas. Como diez por día veo, mínimo.
Encima, esta, seguro se
pasa la tarde entera mirando Susana Giménez. Es de esa clase de gente. Te pongo
la firma. Y tomando Coca-Cola. Seguro que tiene la heladera llena de
Coca-Colas. Y usa lampazo. Es de esa clase de gente que usa lampazo y toma
Coca-Cola… ¡Y mirá cómo tiene los dientes! Para la Coca-Cola no le falta plata,
pero para la ortodoncia, olvidate. Ahí no pone un mango. Como tres dientes le
faltan. Desde acá me doy cuenta ¡Ah! No te conté. Mi hermana se hizo al final el
implante del diente que le faltaba. Le agarró bien, parece. Eso sí. Una
fortuna. Espero que le dure. Ya es la tercerca vez que se lo hace. Es buena esa
doctora. La Bruzzone. Una maravilla. ¿Vos fuiste el año pasado, no? ¿Seguís
usando la placa de relajación? ¿Qué tal te queda? Es una maravilla esa mujer. Siempre
la recomiendo. A todo el mundo le digo que vaya. Debería pagarme una comisión. Mirá
la pantalla. Estemos atentas. “Nuñez Elvira”. Elvira. Elvira. Nombre de conventillera.
Yo tenía una compañera en la secundaria que se llamaba Elvira. No sabés lo que
era. No sé qué se habrá hecho de la vida de esa mujer. La busqué pero no la
encontré en el Facebook. Quizás usa un nombre falso ¡Ah! El otro día, no te
conté. Fui al ANSES de Scalabrini Ortiz. Un travesti me atendió. Cómo que qué
tiene que ver. Es un comentario nomás. Ay, no se te puede decir nada a vos.
Tengo que estar pensando qué digo y qué no digo. Me llamó la atención, nada más.
¿No aparecemos todavía? Hace como media hora que estamos. Estemos atentas que
en cualquier momento aparecemos. ¿Cómo está la nena? ¿Le dolía el pecho? No
debe ser nada. Sos una exagerada vos. ¿La vas a llevar al pediatra por eso? “Flor
Ramírez Mario”. ¿Qué será? ¿Hombre o mujer? ¿Hombre? ¿Flor que viene a ser? ¿Un
apellido? ¡Pero pobre tipo! Sí, tenías razón. Es ese de bigotes. “Flor”. ¿Sabés
cómo lo deben joder en el trabajo? Le cagaron la vida con ese apellido. Mirá la
cara que tiene. Muy contento que digamos no se lo ve. A ver ahora. “Huimpala”.
A “Huimpala” llaman. ¿Y ese apellido? A ver quién pasa. Sí. Ya me parecía que
era apellido bolviano. No me pongas esa cara. Si nadie escucha acá. ¿Vos pensás
que alguien me está escuchando? Pero, qué exagerada que sos. Qué paranoica. No
se puede decir nada. Yo la verdad es que no entiendo por qué no hay un
cartelito. ¿Tan difícil es? Con un marcador. Agarrás un papel y ponés: “A
partir del número quince atendemos arriba”. Y listo. A esa señora, la llamaron
recién por la pantalla al escritorio dieciocho y no sabe dónde tiene que ir. Qué
tiene que hacer. Esperame acá que le voy a ir a avisar. Pobre gente. Por suerte
que estamos nosotras.
Y sí. Me dio las gracias. Deberían pagarnos,
la verdad. Un sueldo a cada una. Estamos trabajando más que todos estos vagos,
nosotras dos. Y con buena onda. Con una sonrisa. Vos, recién, con la viejita, que
la ayudaste para que se anuncie. Y yo, recién, con esta otra. Nadie es capaz de
acercarse a preguntarte si necesitás ayuda acá. De ofrecerte un vaso de agua. Con
esas pantallas que no se entienden nada. Menos mal que me operé de la vista.
Tendríamos que pedir que nos paguen, la verdad. Con aguinaldo y todo ¿O no
tengo razón? Decime si no tengo razón. Gracias que podemos mantenernos paradas.
Tan mal no estoy para mi edad. ¿O no? ¿Qué decís? Esa señora debe tener más o
menos mi edad y mirala. ¿Qué edad decís que tiene? ¿Se la ve más joven o más
vieja que yo? ¿Más joven? ¡Pero si se cae a pedazos! Mirá ese que atiende el
escritorio cuatro. Ese. El pelado con tatuajes. A ese le voy a ir a hablar. Seguro
que tiene buena onda. ¿Sabés lo que le voy a decir? Que por qué no escribe un
cartelito que diga que a partir del escritorio quince se atiende en el piso de
arriba. Con el marcador ese que tiene ahí. O que se lo tatúe en la frente, si
quiere. Eso le voy a decir. Eso. Esperame acá. Quedate mirando la pantalla.
¿Te das cuenta? Acá no podés decir nada. Enseguida
se te ofenden. Te contestan mal. Nada podés decir. Con la cara que tienen, andá
a decirles algo. Se tomó mal lo que le dije. Ni un chiste podés hacer. ¿Te das
cuenta? Qué poco sentido del humor. ¿A quién están llamando ahora? “Velázquez”.
“Velázquez”, dice. Velaz que nada es
mentira… Velaz que nada es amor. Si al mundo nada le importa… Escritorio catorce.
Abajo. Ahí lo atienden. Ese estaba después que nosotras. Debe estar entongado
con alguien. Con el pelado debe estar entongado. Seguro. ¿Y así que le dolía el
pecho a la nena? A mí, cuando era chica, todos los días me daban puntadas. Palpitaciones.
Era lo más normal del mundo. Nunca un médico. Y acá me tenés. Tan mal no estoy.
No sé por qué te preocupás vos. Sos una exagerada. No es para tanto. De
cualquier pavada hacés una hecatombe. ¡No la vas a llevar al pediatra por eso!
Por favor. ¿Y qué ibuprofeno está tomando? ¿Pediátrico? Porque encontré una
caja en la calle el otro día, Doctor Ahorro. Ahí. En la esquina de casa. Dorrego
y Corrientes. Quizás te viene bien. No. No. La encontré cerrada. No la iba a
agarrar si estaba abierta, imaginate. ¿Pero qué problema hay? ¡Pero no ves que
sos una exagerada! Qué problema va a haber. Si te digo que estaba cerrada. ¡Ay!
¡Por favor! Bueno, no te la doy, no te preocupes. A alguien le va a venir bien.
Seguro que si se la ofrezco a esta Huimpala me la acepta sin problema. Ya vas a
ver.
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