Il Secret


Esta mañana voy a la casa de David para ver a las nenas. ¡Amorosas son! Tan inteligentes. Especialmente Alejandra, la más grande. Desde chica, que se habla todo. La que me tiene preocupada ahora es Gabrielita, la del medio. Para mí que le pasa algo a esa criatura. Se la ve desmejorada. Subió mucho de peso. ¡Y se viste tan fachuda! No parece una nieta mía. Yo le digo a María Elena que la arregle un poco. Que la vista con ropa más elegante, más fina. Pero nada. No me hace caso.
     Vamos a pasear con Gabrielita y la llevo a ver vidrieras. Entramos a ETAM, pero todo lo que elige es de lo más ordinario. Al final le elijo yo unos vestidos. Bien paquetes, con un acampanadito divino. Y se los hago probar. Cuando está en el probador me llama, me dice que no le entran. Que le quedan chicos. Pero parece que no hay más talles. Le comento a la vendedora que Gabriela es “rellenita”. No sé si me habrá escuchado la nena. En eso sale del vestidor con una cara... Los ojos rojos. Me parece que sí, que me escuchó. Pero si te digo, para mí que no está bien. Le voy a hablar a Davicito que le haga hacer estudios. Debe tener la cola llena de parásitos. ¡Llena de oxyurus debe estar! La tengo que llevar al laboratorio de Cholo para que la haga ver. Conversamos un rato con la vendedora. Un encanto de chica. Le leo unos poemas de Meyer, de cuando estábamos de novios. Siempre los llevo en la cartera. La empleada está encantada escuchando, pero Gabrielita empieza a resoplar. De repente veo que se le caen las lágrimas. Así que nos vamos. Me la llevo a la confitería donde voy siempre a tomar el té con mis amigas. IL SECRET. Pido té con masas. ¡Casi se come toda la bandeja! Como si no le dieran de comer en la casa a la criatura. Después le pido una medialuna de jamón y queso, porque me parece que todavía tiene hambre. Nada que ver con la hermana. Alejandrita es otra cosa. Tan elegante. Tan fina. Toda una señorita. Y cuando vamos a merendar, es tan delicada. Con ella sí que da gusto…
Estamos tomando el té y entra a IL SECRET Margarita, la amiga de Rosita Juransky. Años que la conozco. El nieto, ingeniero, recién recibido. Nos saluda con un beso. ¿Y Gabrielita? Baja la cabeza, mira para otro lado y se limpia el beso de la mejilla ¡Un papelón! Yo no sé dónde meterme.
Voy a tener que hablar con Davicito. Me va a tener que escuchar. Esa nena no está bien. No parece una Burin.

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