Por qué se caen las cosas. Por qué tropiezo. Me choco con los marcos de las puertas. Me lastimo las piernas, los brazos. Tengo moretones nuevos de caídas que no recuerdo. Me tropiezo una y otra vez. ¿Será que no conozco la dimensión de mi propio cuerpo? ¿Será que no conozco la relación de mí misma con el espacio que me rodea? ¿Será?
Pienso en todo lo desparramado. Años de caídas y más
caídas.
Pienso en todo lo que se me cae o se me cayó alguna
vez.
Tazas. Copas. Vasos. Platos. Una decena. Mínimo. Lápices.
Que perdieron su mina al caer. Lapiceras. Que perdieron su punta y escupieron
su tinta. Papeles. De todo tipo. Dibujos. Impuestos. Apuntes. Comida. Pizzas.
Fideos. Milanesas. Rellenos de tarta. Tartas que no pudieron ser. Mermelada.
Que no llegó a ser untada. Queso crema. Quesos varios. Cremas varias. Tarjetas
de crédito. Tarjetas sube. Dinero. Llaves. La cartera entera. Café. Café en el piso. Café en la
alfombra. Café en teclados. Café en mi ropa. Más comida. Galletitas - las migas
derramadas ya no cuentan. Qué más. Ropa, calzados, abrigos, toallas. Aros.
Collares. Anteojos. Siendo rayados. Pisados. Sirviendo de asiento. De cama. Sin
saberlo. Sin poder escapar- a los anteojos no les gusta convertirse en cama.
Papel higiénico. Jabones. Frascos, de todo tipo y factor. Lagunas de vidrios rotos.
Lagunas de porcelana. Sin nadie que pueda nada en las lagunas. Solo barrer los
trozos y retirarse.
Me caí patinando. Andando en bici. Esquiando. Caminando.
Corriendo. Cruzando la calle. Bajando una escalera. Subiendo una escalera.
Tomando un colectivo.
Me caí sin moverme. Simplemente, perdiendo el
equilibrio.
Se cayó una parte del edificio en el que vivía - eso
no fue mi culpa. Se cayó una parte de mi techo. Se cayó un azulejo de mi pared,
justo arriba de mi pie.
Yo me caigo. Todo se cae. Y todo se seguirá cayendo.
La gravedad está ahí, como una nena de dos colitas;
burlona, riéndose de nosotros. Señalándonos con el dedo, después de cada caída.
Y sé que me vuelvo a levantar, cada vez. A rearmar lo
roto. A juntar los pedazos. A mantener el equilibrio. A ser consciente de
cada uno de mis pasos, para no caerme tanto. Para no perder el eje. Y pisar
firme.
Creo que después de todo, somos eso.
Nuestras caídas.
Y lo que nos queda después.
Somos eso.
Los pedazos que logramos rearmar.
Y los que no.
Todos los pedazos juntos.
De pie.
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