Idea para cuento?

Cada mañana su despertador lo escupía con violencia de su sueño. Lo escupía a la realidad. A una ducha, que a su vez escupía gotas calientes sobre su cuerpo desnudo. Y así, escupido por dentro y por fuera, preparaba su desayuno.
Los movimientos eran los mismos cada mañana y se repetían de manera idéntica día tras día. Las agujas del despertador, las gotas de la ducha. Su cuchillo en la manteca. La manteca en la tostada. La tostada entre sus dientes.
Cada movimiento implicaba el mínimo de conciencia y decisión. Partían desde una porción de su cerebro en donde reinaba lo automático. Mientras que en el resto de su cerebro se dormía una siesta eterna.
Un 7 de septiembre volvió de su trabajo y su edificio ya no estaba. Caseros 941 había sido demolido. Un sismo. Un escape de gas. Algo parecido.
No había nadie cerca para preguntar.
Y junto con su edificio todas sus pequeñas certezas se habían derrumbado.
Su cafetera. Su tostadora. Su cuchillo para untar. El pan de manteca que había dejado en la heladera esa misma mañana y la heladera también. Se quedó unos minutos mirando el montículo de escombros. Su maletín le pesaba. El 11º B ya no existía. Lo borró de su agenda y siguió caminando.
En algunas horas anochecería y él no tenía dónde dormir ni dónde cenar. Ni muchas opciones. Sólo algunos billetes y un solo lugar donde sabía que sería recibido.
Mientras caminaba por la avenida desierta, enumeraba en su cabeza las cosas que había perdido. Se lamentaba por no haber contratado un buen seguro. Pateaba una lata de gaseosa. Y enumeraba lo que debería estar haciendo en ese instante:
Abrir la puerta, colgar las llaves, encender la radio, levantar los mensajes de su contestador, sacarse los zapatos, tumbarse en el sillón, encender la radio, alimentar a su canario. Pensó el su canario y se lamentó una vez más.
Siguió caminando y enumerando. Hasta llegar a la Terminal donde sacó un boleto ida a Chivilcoy. Compró una revista de crucigramas y un paquete de maíz inflado.
Sin ninguna certeza más que la palabra 4 horizontal se subió al tren y esperó a que partiese.

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