Simonetta espera


Febrero de 1967.
Hay un barrio, y en el barrio, una calle. Una calle, y en la calle, una larga fila de casas altas. Y entre todas las casas, una: especialmente alta. Con un enorme ventanal. Y a través de los vitrales podemos ver a Simonetta.
Está tumbada en su sillón de terciopelo y espera.
Espera que un príncipe azul pase por su balcón.
Que la lleve lejos.
Que la haga princesa.
Ser felices y atragantarse a perdices.

Arma su trenza, la desarma, y espera.

Espera ser una persona importante. Conocer el mundo. Tocar el cielo con las manos.

Se come tres galletitas de agua con mermelada de arándanos, y espera.

Espera una sorpresa. Maravillarse. Dejarse sorprender. Iluminar así su vida.
Sacude con sus manos las migas de su pollera, y espera.

Espera que la quieran. Que le cocinen platos exóticos. Verdaderas exquisiteces. Y que la inunden en caricias.

Se muerde sus uñas con fuerza, las cutículas, y espera.


***
Junio de 1998.
Simonetta sigue tumbaba en su sillón de terciopelo.

Pero ya no es pera.

Ahora es una gran pasa de uva, arrugada, de tanto esperar.

Comentarios

Muy linda historia, triste historia.